viernes, 8 de diciembre de 2006

Acerca del Paco

El siguiente ensayo deslinda sus letras en pos de comprender a un fenómeno que está teniendo lugar en la sociedad argentina en el último lustro, el consumo de pasta base de cocaína, o como se la conoce en su ambiente, el Paco. Lo que me ha motivado a dar cuenta de este fenómeno, es el hecho que no se trata del simple consumo social de una droga; sino que estamos delante de una sustancia que opera como una herramienta diseñada para la autodestrucción de los estratos más bajos de la sociedad, en función del sistema. Para comenzar a comprender tal afirmación, a continuación, haré un breve recorrido por lo que ha sido el actuar de las clases dominantes en la Argentina, en relación con los estratos más bajas.
El sistema capitalista es un sistema que se sustenta y tiene como fin la acumulación de capital por parte de un sector de la sociedad. Otro sector de la misma sustenta esa acumulación mediante la demanda de productos que los primeros ofrecen, este sector a su vez es que legitima su actuar. Ahora hay un sector, el mas bajo de todos, que se encuentra al margen de todos los beneficios o posibilidades del sistema. En los primeros años de nuestro país la “gente de sobra” podía ser fácilmente eliminada con campañas militares, como lo fue la campaña del desierto. Este tipo de recursos contaban con el visto bueno de la sociedad, es más, se veía semejante acto de barbarie como una acción necesaria para llevar al país hacia el progreso. Prueba irrefutable de tal afirmación es el papel moneda nacional, que en su valor mas alto, rememora a dicha campaña militar y a su planificador y ejecutor, Julio Argentino Roca.
Ya en el siglo XX, la aniquilación de las hordas de seres humanos que no le eran útiles a las clases dominantes se llevaba a cabo mediante la represión de las fuerzas publicas, como fue el caso de la semana trágica con mas de 1000 muertos y mas de 1500 presos; o el caso de la de la patagonia trágica en la década del `20 con 1500 muertos y mas de 4000 heridos. Los cambios sociales, políticos y económicos de los años subsiguientes generaron que las grandes matanzas desaparecieran por largos años. Hasta que en la década del 70 reaparecieran con toda su fuerza.
Fue la última dictadura militar la que llevó a cabo un plan sistemático de eliminación de personas que logró la muerte de 30.000 personas, más otros tantos miles de exiliados. Este genocidio tuvo como única meta la eliminación de mano de obra sobrante luego de que la política económica, en manos de Martínez de Hoz, virara de un capital productivo a un capital financiero. Las heridas, que aun sangran, dejadas por esta ultima gran matanza en el ideario colectivo obligo a que los grupos dominantes desistieran de reincidir en ese tipo de conductas que llevaban implícitas la pólvora y la sangre.
La década del noventa demostró que el hundimiento y desaparición de los estratos más bajos podría ser alcanzado mediante una postura de manos limpias. Lo único que se tenía que hacer era dejar que las empresas multinacionales hagan y deshagan a su gusto. En el año 2001 la mugre debajo de la alfombra fue tanta, que la misma estalló. El estallido mostró lo que la pizza y el champán había querido ocultar. Una generación completa de niños desnutridos. Desnutrición que generó problemas de desarrollo (estatura reducida, menor desarrollo cerebral y problemas circulatorios) en miles de niños, y en una centena de casos el grado de desnutrición fue tan severo que alcanzó la muerte. Hoy en día la desnutrición sigue siendo un gran problema social, pero a mi entender la misma aparece como un resabio de la década pasada, que a la fecha no ha encontrado solución.
El “paco” es el nuevo método que han elegido los estratos dominantes para devastar a las poblaciones que habitan en las villas miserias de todo el país. El paco tiene varios aspectos que lo transforman en una efectiva arma para llevar a cabo tal masacre. El más importante de ellos es que crea la imagen de que son las mismas clases bajas quienes optan por su consumo a raíz de su bajo precio. Eso realmente no podría negarse, pero la mano siniestra no esta sosteniéndole la pipa1 al que consume el paco, sino que habría que rastrear de donde han importado nuestras clases dominantes tal brillante idea, ya que como demuestra el curso de la historia de la oligarquía argentina, sus acciones siempre fueron burdas imitaciones de las llevadas a cabo por sus pares de Europa y a partir de la década del `70 de los Estados Unidos.
En este último país es donde encontramos el primer uso de la pasta base de cocaína para la segregación de las clases que están afuera del sistema. El paco en los Estados Unidos posee el nombre de “crack”. A comienzos de la década pasada, el crack arrasó los ghettos2 y barrios pobres de Estados Unidos, en una época en que muchos chicos tenían que recurrir a la economía clandestina para subsistir. Para los pobres, ya agobiados por la pobreza, el desempleo, los servicios médicos inadecuados, escuelas y viviendas en ruinas, el crack llevó otras cargas: más conflictos entre organizaciones callejeras y la desesperación de muchos nuevos adictos. Con el pretexto de la "guerra contra la droga", el gobierno estadounidense lanzó una guerra contra el pueblo: viles invasiones policiales de los ghettos, más brutales ataques, asesinatos, con la detención en masa de muchos jóvenes negros y latinos, y la criminalización de toda una generación.
Muchos sospecharon desde el principio que el gobierno estaba metido en la explosión de crack en las comunidades oprimidas, como ocurrió con la introducción de heroína durante la guerra de Vietnam. Ahora se sabe que eso es precisamente lo que pasó. Un artículo del reportero Gary Webb del periódico Mercury News de San José, California, ha destapado que agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) vendieron toneladas de cocaína en Estados Unidos durante esos años para pasarle las ganancias a la contra: el ejército mercenario de Nicaragua organizado y manejado por la CIA.
El caso en los estados Unidos ejemplifica el uso que esta teniendo el paco aquí. El paco es una sustancia sumamente adictiva y de muy bajo costo, pero lo peor de todo es que es sumamente destructiva e inclusive letal. La letalidad de la sustancia radica en que conlleva inmediatos perjuicios asociados por su carácter adictivo, anestésico, alucinógeno y profundamente irritante de las sustancias con que se mezcla. Produciendo trastornos cardiovasculares inmediatos y, a nivel cerebral, se producen modificaciones severas de conducta porque, literalmente, se vuela el lóbulo frontal. No hay necesidad de efectuar un estudio para determinar el estado calamitoso que tienen los cuerpos del los adictos la pasta base. Pierden la noción de si mismo. Pasan de ser ciudadanos a “paqueros”3. El ser paquero es ser una persona totalmente alienada de si mismo.
La pasta base de cocaína, para el sistema, tiene su lugar en las villas miseria, aunque actualmente ha extendido sus garras en numerosos barrios de la Capital. Siendo los más damnificados el barrio de Boedo, Soldati, Monserrat y Parque Patricios. Sobre este último haré un recorrido para ver como el consumo de paco ha modificado los hábitos de los jóvenes, en base a la experiencia que he recogido en los años en que allí he vivido.
Parque Patricios es un barrio situado en el sur de la ciudad de Buenos Aires, en el que conviven sectores medios y medios bajos. A mediados de la década del `90 comenzó a gestarse un fenómeno bastante particular en este barrio; el modelo neoliberal que imperaba en la argentina en ese momento produjo un alza cada vez mas significativa en la tasa de desempleo. Esto hizo que una generación entera de este barrio no participara de los procesos de trabajo social. Este segmento ocioso habituaba reunirse en el centro del barrio, el lugar que le da nombre al mismo, en el parque Patricios. Fue así que todos los días podía visualizarse grupos de hasta 20 chicos, de unos 20 a 25 años, dispersados por el parque; pasando allí sus días, bebiendo cerveza, fumando marihuana y consumiendo cocaína. Lo que los identificaba como grupo es que todos pertenecían a la “barra brava” de Huracán, club de fútbol que posee su estadio y su sede social en el barrio. La juventud dominaba las calles, quizás los hábitos de los mismos no tenían el visto bueno del resto de los vecinos, pero en el ideario colectivo barrial aparecían como los “pibes del barrio”. Estos jóvenes le daban identidad cultural al barrio. Le daban su especificidad.
Este marco a partir del año 2001 se modificó sustancialmente con la llegada del paco. En sus comienzos el consumo del paco era muy marginal, solo era consumido por unos pocos. Sin embrago rápidamente tomó masividad, por factores como el costo bajo de las dosis -de $2-, la cercanía villa de emergencia nro. 21 (lugar donde se fabrican las tizas4 de pasta base), el consumo habitual de otro tipo de drogas (marihuana, cocaína, etc) y la falta de normas morales en cuanto al uso de estupefacientes.
Es imperante destacar la celeridad con que se expandió el consumo de la pasta base. Para el año 2002 la mayoría de esta población juvenil que formaban “los pibes del barrio” estaba inmersa en la adicción de esta sustancia. Tanto los mas grandes, entre 22 y 30 años, como los mas chicos, 15 a 21 años, presentaban una notable perdida de peso. Los más chicos, como convivían con sus respectivas familias fueron los primeros en ser internados en grajas de recuperación de las adicciones. En cambio los mas grandes continuaron con el consumo sin freno, al punto tal que dos individuos perdieron su vida, uno conocido como “el Fisu” y el otro como “el gordo” Darío. Voy a hacer especial hincapié en el caso del “gordo” Darío.
Darío era uno de los jefes de la barra brava de Huracán. Tenía 35 años al momento del deceso. Desde muy chico que militaba dentro de la hinchada de Huracán, hecho que generó que incurriera, en lo que fue su vida adulta, en varios actos delictivos. Principalmente en robos en la modalidad de salidera5. Darío infundía un gran respeto, e inclusive terror entre sus pares; tanto por su contextura física como por la capacidad de lucha que había adquirido a través de tantos años de vida marginal. Pero el paco modifico sustancialmente esto. El paco lo submarginó, ya que su status quo estaba en la marginalidad, y el paco lo hizo descender en su escala social. Este descenso se dio por la perdida de lo que lo había convertido en líder entre sus parias; su físico y su capacidad de combate; dado que a los pocos meses de consumo su cuerpo pasó de ser voluptuoso, ha ser un cuerpo atrofiado.
Las transformaciones fisonómicas hicieron que perdiera su fuente de ingresos, las salideras; por no encontrarse ni física ni mentalmente apto para dicha tarea. La plata para satisfacer su adicción comenzó a obtenerla de los comercios de la zona y de sus amigos. Al poco tiempo ya nadie le prestaba más dinero; fue en ese momento cuando ingreso en la etapa que se conoce como “fisura”. Por esta etapa pasan todos los adictos al paco, la misma consta de transar todos los objetos que se encuentran a disposición por droga. Literalmente vació su casa. “El gordo esta destruido, fisuró el Kohinoor” comentaba uno de sus ex compañeros de andanzas, el “Tutumba”. Su casa también sufrió el ataque de su adicción, primero como lugar de refugio y lugar de consumo de pasta base para el grupo de paqueros del barrio (unos treinta). El ambiente allí era muy oscuro ya que constantemente se perpetraban hechos de violencia a raíz del paco. Fue en una de esas peleas en que un grupo de vendedores de paco le prendiera fuego la casa.
Luego de ese episodio, y porque corría peligro su vida, el “Gordo” Darío huyó de Parque Patricios. Pero no para siempre, en el año 2004 regresó. A los pocos días reincidió en el consumo de pasta base. Es en esa etapa donde toco fondo. Su adicción lo llevo a vivir en la calle, allí con otros “paqueros” cuidaba los autos estacionados en la sede de Huracán a cambio de unas monedas que convertía en pipazos. Ese ritmo de vida duro pocos meses, ya que en noviembre de ese año sufrió un paro cardiaco en medio la calle que le produjo la muerte instantánea.
Este caso demuestra cabalmente la hipótesis con que comencé este ensayo. El paco o pasta base de cocaína destruye a las clases bajas. En el caso del “gordo” Darío, vemos como una persona que ya se encontraba afuera del sistema pudo ser excluido de ese mismo campo de exclusión en que se encontraba. En el caso de consumo de paco de las villas también crea subgrupos sociales, crea el subgrupo de los “paqueros”, grupo que ya forma parte del paisaje social de las villas.
El paco mata, sino mata deja secuelas en los consumidores que les va a dificultar, aún más, la inserción al sistema social de producción. Y eso es lo que realmente se buscó. Que los que no pueden participar del sistema (por que el sistema no los necesita) no lo puedan hacer por fallas materiales inobjetables que ellos tengan. Las huellas que deja el paco, cuando no logran la muerte del individuo, operan como las pruebas necesarias que tiene el sistema para separar, marcar y excluir a los seres que, ideológicamente, no ven como sus pares. Dando claras muestras que las clases dominantes se construyen así mismas mediante la soberbia, siendo esta su soporte ideológico más poderoso.

Leandro Gabriele

1 comentario:

Estela K dijo...

Hola Sebastián, Luciano, Lucía y Diana:

Leí los excelentes textos que esceribieron para la consigna final.
No pude seguir mi tarea con ustedes, pero ahora que estoy nejor
quería enviarles mis felcitaciones.

Estela Kallay