viernes, 8 de diciembre de 2006

La Pereza

por Julieta Fernanda Álzaga

“La pereza ha sido el motor de las grandes conquistas.
El que inventó la rueda, no quería empujar y caminar.
Detrás de casi todos los elementos de confort
supongo que ha habido un perezoso astuto,
pensando cómo hacer para trabajar menos”
Roberto Fontanarrosa (Savater, 2006: 123)

Hoy fui a la facultad durante sólo dos horas y ahora, la verdad es que no tengo ganas de leer ni de estudiar. ¿A ver qué hay en la tele? Tengo 100 canales, hago zapping y nada me parece entretenido. Puedo dejar Mtv o Animal Planet, me da lo mismo, a ningún programa le voy a prestar mucha atención. Una amiga me manda un mensaje de texto diciéndome que consiguió entradas para la Creamfield, no sé si me parece una buena idea. Me conecto a Internet, chateo con mis amigos sobre lo que vamos a hacer el fin de semana, mientras tanto sigo haciendo zapping y veo unos videos extraños en You Tube. La casa está un poco desordenada y sucia, pero hoy no va a ser el día en que limpie. Me dio hambre… ¿pido pizza o empanadas? Mientras llamo por teléfono al Noble Repulgue, veo de lejos unas fotocopias de taller. Tengo que hacer un ensayo, pero este fin de semana no lo voy a hacer, seguramente entro a monografías.com y encuentro algo que con unos retoques me quede bien.
¿Esta situación es causada por la pereza o por el ocio claustrofílico?
En la actualidad vivimos en una sociedad que nos exige constantemente que estemos predispuestos, con energía y vitalidad para realizar las actividades de todos los días, que son: ir al trabajo y estar más de ocho horas sentados frente a una computadora, ir al gimnasio para correr en una cinta que no se mueve más allá del edificio o del televisor que está en frente. Claro que también se les exige a las madres que además de estar bellas, deben cuidar a sus hijos, al marido y a la casa; y a los jóvenes que deben divertirse yendo a fiestas en la que se encuentran por horas saltando o bailando frente a algún Dj. Por otro lado, para rendir durante todo el día y realizar nuestras diligencias, con la pasión sola no alcanza, y para eso la sociedad proporciona elementos que nos ayudan. En primer lugar tenemos los avances tecnológicos, cuya función primordial es la de ahorrar esfuerzos físicos e intelectuales. Para ver cómo se han implementado estos avances en la sociedad moderna, daremos algunos ejemplos fundamentales: con la aparición del automóvil y del colectivo se desplazó la caminata como forma de transportarse, y con la televisión ya no fue necesario hacer el esfuerzo de leer los periódicos. Cocinar dejó de ser una tarea obligatoria con el invento del microondas, la comida congelada, los fast food y el delivery. Internet y la posibilidad de que haya una computadora en cada casa, facilitó poder trabajar desde el hogar y el acceso a toda la información al instante; y por último la aparición de un celular por persona, prácticamente, y el abuso de los mensajes de texto intensificaron la relaciones interpersonales sin contacto físico.
La segunda iniciativa de parte de la sociedad la encontramos en las publicidades, que nos bombardean con productos como energizantes, vitaminas, jugos y yogures, para que nos estimulen. Las drogas como la cocaína o el éxtasis, son otro producto a tener en cuenta para este análisis. Sobre ellas, la opinión pública nos presenta un doble mensaje, ya que por un lado son repudiadas como todas las drogas, pero por otro lado, al exponer estudios sobre cómo afecta la adicción o el consumo de este tipo de drogas, se muestran personas que cumplen con todos los requisitos y exigencias de la sociedad: trabajan más de las horas pactadas, son flacos o con un físico deseable, tienen salidas nocturnas, etc., y todo esto los lleva a que sean personas exitosas. Entonces al ver un análisis de este tipo, no queda claro si están a favor o en contra de estas drogas, ya que las presentan como “la salvación”. Esto quiere decir que lo políticamente correcto es exponer que son “malas” para la salud, pero lo cierto es que son drogas más “aceptadas” que otras, porque la cocaína propicia que las personas estén insertas en el sistema y cumplan con sus exigencias, en cambio la marihuana, por ejemplo, provoca la acidia, la pereza, y a esta sí hay que repudiarla.
La pereza es uno de los siete pecados capitales, y existen variadas y distintas definiciones. La que tomaremos en primera instancia es la que afirma que cualquiera sea el objeto de la pereza, siempre tiene una relación con el horror o la sensualidad. Con respecto a la primera instancia, se trata del aburrimiento que se siente frente a la vida que exige trabajo, esfuerzo para actuar según lo que se debe, esfuerzo que no es ni gratuito ni fácil. Entonces cuando no se puede asumir este costo (este trabajo) y se desconoce aquello que se debe “hacer” en la existencia, la vida humana se transforma en un vacío que causa “horror”; se transforma en un vacío que angustia y del cual escapamos constantemente casi sin darnos cuenta. De hecho, ‘aburrimiento’ significa originariamente ab horreo (horror al vacío). Por otro lado, cuando se relaciona con la sensualidad, o es una forma de ella, es porque la persona perezosa se deja llevar por un amor exagerado a la comodidad y al reposo, es decir, al placer, que se prefiere antes del “deber”.
También hablamos del ocio claustrofilico, que es un término que utiliza Gubern en el análisis que hace sobre las escisiones entre la vida publica y privada en los ámbitos social y cultural con la inclusión de la tecnología en la sociedad, en “Claustrofilia versus agorafilia en la sociedad postindustrial”. Para él el ocio es uno de los puntos más importante de ruptura, y lo clasifica como agorafílico, que es el ocio tradicional en espacios comunitarios y compartidos, y por otro lado el claustrofilico, que se basa en el que está en torno a aparatos electrodomésticos. Para este autor, éstos se convirtieron en nuevos fetiches tecnológicos en el seno de un hogar-búnker que aspira a la autosuficiencia, mediante un equipamiento permanente que construye la infraestructura informacional del nuevo hogar. Este, que es inaugurado con el televisor doméstico, también es conocido como la cueva aterciopelada, es un hogar telematizado desde el cual se puede efectuar cualquier trabajo que implique transferencia de información, sin proximidad física.
Ahora bien, ambos conceptos van acompañados del uso y acceso a aparatos tecnológicos, entonces surge una nueva pregunta: ¿los electrodomésticos fomentan esta falta de ganas, o la acidia provoca que se inventen sistemas nuevos para facilitar el esfuerzo físico y mental? Fontanarrosa afirma que detrás de casi todos los elementos de confort hubo un perezoso astuto que pretendía trabajar menos. Pero a principios del nuevo milenio nos encontramos con que ya no hay espacios del confort que no hayan sido cubiertos, estamos muy confortables: tenemos electrodomésticos que hacen el trabajo por nosotros, tenemos tecnología que hacen el trabajo que nosotros no podemos hacer y tenemos dispositivos que sólo usamos para los momentos de ocio.
Hasta este punto, podríamos decir que la sociedad moderna está sufriendo de ocio claustrofílico, ya que utiliza la tecnología para trabajar, facilitar las diligencias, y rellenar esos momentos de ocio. Pero entonces ¿qué pasa con la pereza? Aquí incluimos una nueva definición propuesta por Savater: el perezoso es quien renuncia a sus deberes con la sociedad, con la ciudadanía, quien abandona su propia formación cultural. Es la persona que nunca tiene tiempo para leer un libro, para ver una película, para escuchar un concierto, para prestarle atención a una puesta de sol.
La persona perezosa, entonces, le tiene horror al vacío, pero al mismo tiempo tiene una gran desmotivación y por consecuencia se aburre; y si estas son las características, ¿cómo rellena su tiempo? La respuesta es sencilla, caen presos de la alineación, entendida desde la perspectiva psicoanalítica que la define como un bloqueo autoinducido o una disociación de sentimientos que produce en la persona una reducción de su capacidad social y emocional con las consiguientes dificultades para ajustarse a la sociedad, aunque algunos postulan que el origen de la alienación no está en la persona sino en una sociedad vacía y despersonalizada.
Esta alineación de las personas perezosas se basa en la reclusión dentro del hogar-búnker, en donde produce efectos de enajenación frente a los aparatos electrónicos. Estos dispositivos son: la televisión, Internet, el celular o teléfono, el delivery, la radio, etc., que cumplen con las características de no necesitar un esfuerzo intelectual para su comprensión, y el escaso esfuerzo físico que implementan para la utilización del dispositivo es un acto puramente mecánico. Además, estos dispositivos se presentan para el consumo individual, anulando así las relaciones interpersonales o en comunidad. Otro punto importante para profundizar sobre la alienación, es el análisis de los productos que ofrecen la televisión, Internet y la radio, y preguntarnos ¿por qué en estos medios de comunicación hegemónicos hay tantos productos que no implican un análisis o un conocimiento previo para su interpretación? Pero este es un debate que lo dejaremos para otro momento.
A modo de síntesis, podemos decir que la pereza y el ocio claustrofílico pueden aparecer juntos en la misma persona, porque no son conceptos opuestos, sino que pueden ser complementarios. Por otro lado, la sociedad moderna en la que vivimos que propone un ritmo de vida exigente, también provoca esta acidia, ya que paraliza y bloquea, causando horror. Por último sólo queda decir que los aparatos electrónicos además de facilitar las actividades y propiciar confort, también traen acarreados otros problemas, como: que provocan una sociedad despersonalizada, sin contacto físico entre las personas que se comunican, o cómo hacer para utilizar los beneficios de la tecnología sin tener que volverse dependientes de ella.











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